DESAPRENDER PARA APRENDER
Quisiera
comenzar con estas palabras que han dado muchas vueltas en mí y que salen para
ser parte junto a muchas que dicen que la cosa no puede seguir así.
En
esta confrontación entre hermanos voy a hablar en un tono conciliador y lo haré
desde mi perspectiva y responsabilidad, rogando a Dios decir las palabras
correctas para no herir susceptibilidades, que están a flor de piel en estos
tiempos.
Cómo
docente, una frase que he venido escuchando con mucha insistencia y que he
tomado como propia es la que estamos invitados a “desaprender para poder
aprender” y a eso voy a invitarlos a través del presente escrito. Estoy llamado
a desaprender una serie de actitudes que en nada favorecen al diálogo entre las
partes para poder aplicar nuevas actitudes que sí permitan el encuentro,
tomando en cuenta las siguientes consideraciones que nos ayuden a retomar el
valor de la Paz y la Vida en nuestra sociedad venezolana.
·
Lo primero es
que debe existir una convicción interna de querer dialogar. Mi boca puede
repetir en innumerables ocasiones la palabra PAZ, pero si en mi interior no se
siente, de nada servirán todas las acciones que haga, porque esa incoherencia
me llevará a actuar de manera contraria a mis postulados, tal como observamos
en una campana hueca. Por lo que invito en un primer momento a desaprender el
no hablar para quedar bien ante un grupo o la sociedad, sino porque de verdad
siento y hago lo que digo, debo aprender a ser coherente cuando hablo de paz.
·
Es cierto que
con el tiempo se han venido acumulando muchas cosas, de parte y parte que han
venido aflorando estos días, el que se digan no es malo, sino la forma en que
se dicen. Simplemente venimos observando
reacciones desproporcionadas en las que han salido a relucir muchas cosas y con
las que he herido a ajenos y a propios. De allí que el segundo desaprendizaje
al que invito es a no explotar como la olla de presión, sino a ir expresando
mis angustias, dolores y denuncias, sé que puede existir la sensación de no ser
escuchados, pero te aseguro que lo que digas llegará a algún lugar, a donde
deba llegar.
·
No puedo hablar
de Paz y de Vida y seguir siendo eco de frases, fotos y videos que no reconozco
y no sé su raíz pero que tienen un tono o lenguaje violento. Escuchamos de parte y parte acusaciones de
publicaciones montadas, amañadas o de otro sitio y simplemente al yo repetirlas
(en cualquiera de las posiciones) estoy quedando como una persona sin
criterios, a no ser que mis criterios no sean la Paz y la Vida (que puede
ocurrir). Por lo tanto, el tercer desaprendizaje al que hago referencia es a no
ser un simple reproductor o reproductora, sino que me convierta en un productor o productora; en ti hay muchas
cosas buenas que pueden ayudar en este momento, de ti depende encontrarlas y
ponerlas al servicio de los demás.
·
Hay una
realidad que nos pega y nos duele y que estoy llamado a denunciar o defender,
pero mi denuncia o defensa pierde su efecto cuando utilizo el descrédito de la
persona como el modo de expresar las injusticias; palabras denigrantes,
ofensivas o intimidatorias en nada favorecen el diálogo, y en estos tiempos
hemos escuchado y leído muchas de ellas. De tal manera que el cuarto
desaprendizaje al que invito es a desmontar toda palabra vulgar, soez o irónica
que alejan del diálogo y buscar en nuestro léxico palabras de encuentro, sé que
también conocemos ese tipo de palabras, pero no sirven de nada si las guardo en
mi interior.
· Siento que yo tengo mi verdad y debo luchar por ella, pero no puedo dejar de lado que
existen otras verdades similares o diferentes a la mía, por lo que no puedo
decir que no hay verdades diferentes a la mía y considerar insulso mental a
quien no me acompañe. Situación que me invita a desaprender que mi verdad es la
única aceptable y válida en esta sociedad, para aprender que debo reconocer en
el otro y la otra sus verdades y manifestar las propias sin imponerlas.
·
Algo importante
de la realidad es que no puede ocultarse y negarla no hace que desaparezca, por
lo que el diálogo debe ir acompañado de la exposición de una problemática, que
mientras no se atienda no permitirá que haya paz; hay fuertes problemas
sociales, económicos y políticos que se han ido negando pero que no han dejado
de sentirse. Por lo que debo desaprender
a negar por principio todo aquello que afecte mi status quo y aprender a
aceptar mis equivocaciones con el ánimo de enmendarlas y no seguir
fortaleciéndolas.
·
Pareciera que
los problemas que me aquejan y que son muy reales me alejen de la
espiritualidad necesaria para afrontarlos, dejando en un segundo plano a ese
Dios de la Vida, considerando que Él no tiene nada que ver allí, porque este es
un problema del hombre y que su mensaje me increpa a actuar de una manera
distinta a la que me exige la sociedad.
Mi invitación aquí es que en estos momentos de conflicto es cuando menos
debo dejar de lado mi relación con Dios, aprendiendo a poner en sus manos todo
mi ser, angustias, preocupaciones, sentimientos y reconocer con humildad que
nada de lo que haga tiene valor si no lo hago bajo el mandamiento del Amor.
Seguro
que hay otros desaprendizajes que debemos aplicar en estos momentos, por lo que
este no es un tema cerrado, lo que sí tengo claro es que no es un camino para
recorrer solo, sino encontrándome con otros con igual o diferente pensar al
mío, por lo que invito a no darle un simple “me gusta” o “no me gusta”, sino
que puedas aportar para construir una sociedad más humanizada, que tanto nos
hace falta en estos tiempos.
Alejandro
Peñaloza
Barquisimeto, 24 de febrero de 2014